Oigo unos gritos y por el retrovisor veo a una pareja
pidiendo auxilio y a un tercer personaje intentando pegarles.
Paro. Ella me pide que llame a la policía pero no me da
tiempo. Todo va muy rápido. El agresor viene directo a por mí. Abre la puerta
del coche. La cierro. La abre. La cierro y mi ventanilla empieza a bajarse.
Traidora. Esto no puede estar pasando. Una mano enorme se levanta para pegarme.
Miro fijamente a unos ojos azules y vidriosos y con una
tranquilidad que no sé de dónde sale susurro: “pero hombre ¿qué haces? Venga
déjate de rollos y tira para adelante”. Hace una mueca de fastidio se da la
vuelta y se va. Ha bebido más de la cuenta. Estos 3 personajes son del centro
de discapacitados de aquí cerca.
Miro el reloj, o arranco ya o no podré aparcar a tiempo para
recoger a mis churumbeles.
Por la noche le cuento a Fer mi anécdota. Decide que lo
mejor es llamar al centro y que nos cuenten qué hacer con ellos en estos casos.
– “Un señor retrasado y algo bebido se enfrentó a mi mujer ayer cerca de su
centro…” No nos han dado ninguna pauta, pero se ofendieron mucho porque no les
gusta que les llamen retrasados, se les llama discapacitados aunque ellos los
llaman “usuarios”, y si vuelvo a ver una agresión en la calle que ¡NO me meta!
Genial, espero que ellos tampoco se metan en mi coche.
La profesora de Alberto envía un email a todos los padres:
han encontrado caramelos en una mochila. Están prohibidos las chuches, juguetes
y bufandas por razones obvias. Tenemos que registrar las mochilas antes de
salir de casa.
La profesora de Nico envía un email. Los piojos han vuelto.
Por favor revisar las cabezas de nuestros hijos de forma continuada. Y escribir
una nota de aviso por cada piojo encontrado.
Me llama un familiar. A su pareja le han diagnosticado
lombrices y eso sólo lo contagian los niños. Por favor que revise el culo de
los niños.
Mientras preparo la cena hablo por teléfono con algunos
clientes. Alberto aprovecha para gritar: mamaaaaa tengo cacaaaaa.
Antes de terminar el día me siento a cotillear el facebook.
Una amiga comparte una noticia que cuenta el deseo de tener Escuelas Infantiles
en vez de Guarderías.
No chicas, no es lo mismo, las Guarderías son lugares donde las
malas madres aparcan a sus hijos y los abandonan a manos de vaya usted a saber
quién, y las Escuelas Infantiles son “escuelas humanas de amor y cariño donde
se crea tejido social” y rodeado de profesionales. Nosotros (entre Nico y
Alberto) hemos estado en 3 Escuelas Infantiles maravillosas y siempre las llamé
“La Guarde”.
Estoy cansada y no sé si la respuesta que escribo en FB es
muy acertada.
Me quedo perpleja cuando alguien se queja por un sinónimo, de
retrasados y de guarderías, y de paso “ningunea” el problema real.
Así que ya sabéis: tener más cuidado para no tocarle los
“testículos” al prójimo en vuestra próxima carrera.
PD.: por el momento seguimos sin rastro de piojos y
lombrices!