miércoles, 19 de junio de 2013

Un Exfoliante Natural y los Pies de la Merkel

Hace unos días escribí un post sobre cómo mimar las manos. Mi hermana Rosa quiere añadir un truco casero para que “queden como la seda”.

- Lavar las manos con mucho jabón, cuando estén llenas de espuma coge un puñadito de sal y frota una y otra vez por todas partes. Aclarar.

La semana pasada, en uno de esos días de calor tan intensos, saqué mis sandalias del verano. Mis pies estaban secos, con ese color blanco nuclear que parece que irradia luz. Ridículos.
Estas cosas nos pasan a muchas mamis, por falta de tiempo sigues la política de “si no se ve puede esperar”. Y luego pasa lo que pasa.

Descarto la moda alemana de llevar calcetines con sandalias. Me sorprendo a mi misma imaginando los pies de la Merkel. Mejor me doy una buena mano de crema, aunque soy consciente que su efecto hidratante va a durar lo que salgo a la calle.

Me despierto con la mente acorchada. Mi pie tantea el suelo en busca de una zapatilla… y ahí están, como si fueran una aparición: los pies de la Merkel.

Cojo la sal y me meto en la ducha murmurando una retahíla de blasfemias. Esto se va a acabar. Me enjabono ambos pies procurando no perder el equilibrio y me froto con la sal. Me gusta. Es relajante y da un cosquilleo muy agradable.
Decido seguir subiendo por las piernas y como me sobra sal sigo hasta las orejas. Acabo como un muñeco de nieve rebozado y después del aclarado muy suave y “resalá”.
De veras, tenéis que probarlo es un exfoliante fantástico.

Adiós Ángela.


miércoles, 12 de junio de 2013

El Huerto de mi Casa es Particular

En las fotos que he subido hoy hay dos lechugas, rabanitos y guisantes.
Ya no existen. Me los he comido. Y si, estaban muy buenos. Estaban requete-buenos. Espera que no me estoy explicando bien, estaban tan buenos que el sabor era distinto al que estamos acostumbrados. Esto me llena de orgullo, pero también de preocupación ¿qué es lo que estamos comiendo?

Todo esto empezó gracias a Belén, mi prima política hippy. ¿Y quién no tiene un hippy en la familia? Mi Belén además, es práctica e inteligente. Unas navidades nos habló de un huerto que hacía con sus amigos, cómo lo tenían planeado, el por qué, los resultados esperados, etc.

Unos meses más tarde me envió un pdf titulado El Balcón Comestible, un artículo genérico que anima a cultivar cualquier hortaliza como una afición más. Si tu balcón o terraza es muy pequeña no pasa nada, hay soluciones para plantar de forma vertical, seguras y divertidas. Si me dices que las plantas se te dan muy mal no pasa nada, hay plantas que crecen casi solas como el ajo, el haba, el tomate, el rábano, la calabaza... incluso si me dices que es que eres muy tiquismiquis y necesitas orden y control hasta en las macetas, entonces puedes dedicar tu balcón exclusivamente al cultivo de aromáticas o condimentarias. Te quedará monísimo.

Nos mudamos el verano pasado. La novedad de la casa y de tener un pequeño jardín más toda la información sobre huertos urbanos (muy de moda en internet) fue un cóctel explosivo.

En la ventana de la cocina tengo todo tipo de esquejes, hierbabuena, menta, perejil y orégano.
En la cubierta de la casa hemos puesto unos cajones de tierra y sin criterio y a lo lo loco estamos cultivando: habas, guisantes, ajos, cebollas, judías, zanahorias, tomates, pimientos verdes, puerros, lentejas, rabanitos y melones.
En la entrada crecieron las lechugas en una jardinera (no había más espacio) al lado de la pequeña higuera.
Todo en un espacio ridículo, pero teníamos un montón de semillas y no creíamos que fuera a salir nada. Error. Después de la tremenda primavera que acabamos de pasar da gusto ver mis plantas. Y no sólo verlas. También comerlas.

Ya os podéis imaginar las dos ensaladas que hicimos con las dos lechugas y los rabanitos. Pero lo de las habas fue increíble. Con una cebolla, un poco de jamón picado, unos huevos escalfados y una montaña de habas troceadas (vaina incluida). Fue plato único para una cena de 4 comensales. Se me hace la boca agua al recordar el sabor.

Si tenéis la oportunidad de cultivar cualquier cosa hacerlo. De verdad, ni lo pienses. Lejos de convertirse en una obligación ayuda a quitarse estrés y es muy grato.





miércoles, 5 de junio de 2013

Perdemos a Alberto en el Parque del Retiro

El domingo fuimos de paseo al Retiro con unos amigos. Estuvimos en los jardines de Cecilio Rodríguez admirando los pavos reales. Después caminamos hasta los columpios, en una zona que parecía un poco más tranquila. Los niños empezaron a jugar a tirarse encima de su padre que estaba sentado en el césped. Se turnaban para treparle por la espalda.
Pensé que era una broma, cuando me pregunta Fernando ¿dónde está Alberto?
- Cielo, jugando con tu espalda.
- Ya, si es su turno pero no le veo.

No es la primera vez que Alberto sale corriendo en dirección contraria. Pero si es la primera vez que lo hace en un lugar lleno de setos, recovecos y mil direcciones distintas para escapar.

Nos levantamos al instante, no podía estar lejos pero este chico es muy rápido y no tiene miedo. Decidimos separarnos, los minutos pasaban y Alberto no aparecía. Sentía mi cuerpo cada vez más tenso. Caminé unos metros para ver detrás de una caseta y vi uno de esos paseos interminables del Retiro, lleno de gente, puestos, títeres, etc…

Angustia. Me paré en un kiosko de chucherías para preguntar si había algún lugar de niños perdidos. La mujer me miró muy seria: - Chica, llama al 092. Ya.

Y en ese momento empecé a llorar. Llamé al 092 sin parar de llorar. Apareció un coche policía, al que le di mi teléfono y descripción: niño de dos años y medio, me llega por la mitad de la pierna, castaño claro, ojos marrones, muy listo, con vaqueros y camiseta azul, sabe su nombre y dos apellidos… (horror, la descripción era la de cualquier niño), se acercaron los patinadores y algunas personas, unos ya estaban buscando al pequeño, otros se ofrecían voluntarios.

Seguía llorando pero lo veía muy claro: las desventajas se convierten en ventajas, es imposible encontrar a un niño entre mil personas pero es más probable encontrarle si le buscan la mayoría.
Busqué. Buscamos. De vez en cuando se cruzaba en mi mente el recuerdo de alguna noticia terrible del telediario que apartaba a patadas de mi cabeza para centrarme en mi único deseo y obligación.

Pasaron más de 30 minutos, una falsa alarma y muchos nervios pero al final sonó el móvil. Una pareja que podrían ser los abuelos de Alberto se dieron cuenta de que iba paseando solo. Recorrió cerca de 300 metros. Le dieron conversación hasta que le encontró la hermana de una amiga. La pareja no quiso separarse de mi niño hasta conocerme (no les valió conocer sólo al padre, teníamos que estar los dos!!!) y me contaron toda su aventura.

El encuentro fue muy emotivo, qué os voy a contar. Yo me relajé al momento, paré la búsqueda y di gracias a todo lo que se movía. A algunas patinadoras se les saltaba las lágrimas al ver al mini fugitivo y Fer, que hasta el momento había mantenido la calma, tardó un día y medio en asimilar y superar lo sucedido. Nunca le había visto beberse un vaso lleno de whisky de un trago.

Alberto parecía encantado con su aventura. Nos preocupó verle tan tranquilo. Hasta que llegó la noche. En su cama lloró y me abrazó fuerte. Espero que esto nos sirva de lección a todos.


Desde aquí quiero agradecer (infinito) toda la ayuda y apoyo: al 092, a la patrulla del Retiro, a los patinadores, a los que fueron a pasear tranquilamente y vieron alterada su tarde, a nuestros amigos y a mi Nicolás, que a pesar del susto se comportó como un hombrecito.