viernes, 23 de octubre de 2015

Receta Para Niños Con Kiwis Zespri: Flor de Kiwi con Chocolate al Kiwi

Las frutas con más vitaminas son las que tienen colores muy intensos, como las naranjas y las fresas. También son más ácidas y complicadas para que nuestros hijos se las coman. El otro día leí que el kiwi es la fruta con más vitamina C y yo sin saberlo! Además tiene un alto contenido en fibra.
Esto es todo un reto: cómo conseguir que mis hijos se coman un kiwi.
Y no por el sabor o porque sea una fruta nueva, en casa la ven a menudo… sino porque es verde y ellos “por principio” no prueban nada de ese color.
Fui a comprar los Kiwis amarillos pero me dijeron que no es temporada, una lástima porque son más dulces. Seleccioné los Kiwis de Zespri para no tener sorpresas  con la calidad.

Pensé en cocinarlos de alguna forma original pero nada me convencía. Quería que lo probaran y les gustara tal y como son. Además tengo que confesaros que soy una de esas madres que cuando hacen un zumo de naranja lo acompaño con un “tómatelo rápido que se van las vitaminas” ¿y a dónde van las vitaminas? Pues ni idea pero lo tengo grabado a fuego lento y por eso me empeño en que prueben esta fruta cruda.

Para provocarles la curiosidad decidí presentarlo de forma diferente.
Partí la mitad del kiwi en rodajas y los extremos en forma de palitos y los coloqué como si fueran flores encima de una tabla.
Después fundí 100 grs de chocolate con 2 cucharadas de mantequilla y 3 de nata. Cuando empezaba a derretirse decidí trocear otro medio kiwi y añadirlo al chocolate. Lo aplasté con la cuchara y le dí vueltas muy despacio… el resultado fue una sorprendente Salsa de Chocolate al Kiwi con un maravilloso sabor!

El olor atrapó a Nicolás y se acercó a ver lo que hacía. Le pedí que me ayudara a pintar la tierra de las flores con el chocolate. Seguro que hubiera quedado más bonito con una manga pastelera pero me encanta que me ayuden en la cocina.
El resto del chocolate lo serví en unas cucharas chinas.
Y llegó el momento de la verdad: a merendar!!!
Alberto y Nicolás miraron serios y con desconfianza mi propuesta. Les pedí que probaran uno de los mini trocitos que estaban mezclados en el chocolate. – “Mamá, esto está…. Buenísimo”. Fue el pistoletazo de salida a un atracón de kiwi y chocolate y de milagro no se comieron la tabla.
Prueba superada.

Tiempo de elaboración máximo 5 minutos.




viernes, 16 de octubre de 2015

Teatro Luchana Y Dinosaurios

Hay escenas maravillosas que sólo veo en las películas. El fin de semana pasado una se hizo realidad. Mi suegra decidió hacer una fiesta de pijamas en su casa con sus nietos.
Fernando y yo nos miramos emocionados, casi con lágrimas en los ojos y conteniendo el impulso de saltar. Por primera vez en 7 años salimos dos fines de semana seguidos sin niños. Uaaauu!

Nos acercamos a Luchana. Sabíamos que habían transformado los antiguos cines en salas de teatro y queríamos cotillear. Llegamos con tiempo de sobra para elegir qué ver, comprar la entrada e irnos a cenar.
Es una pena que los cines no sean rentables, pero en este caso, la alternativa es muy atractiva. En vez de vender el local a una tienda de ropa han creado un negocio para disfrutar del teatro desde 12 € la entrada. Además de un bar de picoteo, centro para eventos y creo que escuela de interpretación. 
Esperemos que funcione. https://entradas.teatrosluchana.es/

LA CENA: al ladito, en la calle Trafalgar está NAGOYA, mi japonés preferido. Cuando vivíamos en Malasaña íbamos mucho y queríamos recodar buenos tiempos. Da igual lo que pidas. Todo está buenísimo. Mi sueño  imposible es tener una fuente infinita de Maki, Sushi y Sashimi… y no tener que conformarme  con 12 unidades… el precio tan bueno como la comida. http://www.nagoya.es/

EL ESPECTÁCULO: escogimos un monólogo, “Superman también se toca” de Manuel Burque. No sé si está recomendado para todos los públicos, es trepidante, escatológico, sexual y casi obsceno pero muy divertido. Te ruboriza y hace reír a carcajadas. El escenario es muy pequeño. A veces da la sensación de estar con un grupo de amigos. Se pasa un rato genial.
Tuve la suerte de “sorprender” a Manuel, me dio unas bragas para que se las tirara al escenario cuando el público le aplaudiera. Dijo que no me preocupara, que estaban limpias. Mi reacción fue automática, le puse las bragas en la cara a mi santo marido para que lo comprobara… ji, ji … muchas risas.
Un plan para repetir, lo del teatro digo… lo de las bragas ya veremos.

Y llegó el domingo. Y llegó la suegra con sus nietos a comer a casa. Todo bien, muy bien pero no dijo nada de repetir ¿?. Por la tarde fuimos a DINO EXPO XXL http://www.dinosaurios-expo.es/ está cerca del Palacio de Hielo y lo venden como un plan imprescindible para niños. Estaba deseando ir porque a mis nenes les encantan estos bichos. Creo que queda poco para que lo quiten y menos mal.
El primer error: no venden las entradas por internet. La cola es de al menos 20 minutos con un montón de chiquillos impacientes.
El 2º error: el precio, 6 €/niño y 8/adulto. Para lo que hay que ver le sobran 4 € a cada entrada.
Tercer error, al entrar en la antesala te gasean con ambientador de palomitas para que compres chuches a los niños… ¿en un museo? Si, también. Creo que le llaman marketing sensorial pero mal utilizado claro.

4º error, la exposición en sí. Demasiado oscura, demasiada gente, una peli excesivamente sangrienta, y los 2.000 m se recorren en 10 minutos.
Cuando tus nenes te dicen: mami ¿nos vamos ya a casa? Bufff sabes lo que pasa.


Si tienes pensado ir, mejor déjalo. Ve al cine o al teatro. En el Luchana también hay obras para niños ;-)

sábado, 10 de octubre de 2015

Corta Cabeza Y Gumbo


No sé por qué, pero en esta fase de crianza lo que más me cuesta es encontrar tiempo para ir a la peluquería. Voy cuando no queda más remedio, cuando el pelo está tan largo que ya sólo te ves bien con la coleta.

El sábado pasado le comenté a Fernando mi intención de escaparme, sabía que tendría que trabajar y teníamos que organizarnos. Su respuesta fue una propuesta imposible de rechazar: - tengo que ir a ver un cliente a final de la tarde, una peluquería llamada “Corta Cabeza”, que te corten el pelo y después cenamos al lado, en GUMBO, que dicen que está muy bien”

Agarré con desconfianza a mi taza de café:
         - ¿se te acaba de ocurrir o ya estaba planificado?
        - Es que hace mucho que no salimos…

Y creo que en casos como éste, una tiene que convertirse en madre flexible y esposa dócil (exclusivamente en este caso ¿eh?).
  •          Lo primero que hice fue buscar en Internet Corta Cabeza, con ese nombre me quedé un tanto inquieta. Por la web vi que era uno de estos sitios nuevos, muy modernos, donde te ofrecen un café o refresco nada más entrar, todo muy VIP. En fin…todo por mi chico. (http://cortacabeza.com/#!/home)
  •          Lo segundo fue cotillear el restaurante para saber si iba en vaqueros o no. (http://www.gumbo.es/)

A media tarde nos sumergimos en el centro de Madrid, aunque viva aquí no deja de sorprenderme la multitud de gente, coches y vida en ebullición. Me encanta y lo disfruto.


Entré en Corta Cabeza con bastante timidez. El local es impresionante. Rechacé el café y me senté en un maravilloso Chester de piel verde para leer. La espera duró poco. El chico que iba a atenderme vino a conocerme (a conocer mi pelo), estuvimos hablando de lo que quería. Ya sé que es muy básico pero creo que es la primera vez que miran mi pelo antes de lavarlo.
Vale que el lugar es muy chulo y es muy agradable que te atiendan bien, pero al final lo que diferencia de verdad a esta peluquería del resto es el nivel de profesionalidad de sus peluqueros. Me sorprendió el nivel de mimo, de concentración y de entusiasmo que empleó para un corte de pelo tan tradicional como mis capas largas. No sé cómo se comportará cuando le pidan algo más original o creativo! Nos reímos de mis rizos y casi diría que se divirtió con ellos.

Es la primera vez que salgo de una peluquería queriendo volver a entrar.

Después entramos en GUMBO, justo el local de al lado. Imposible no ser puntual. Me dio tiempo a verlo con pocos clientes aunque se llenó a los pocos minutos. Parece que está muy de moda. El local no vale gran cosa. La decoración es muy sencilla y las mesas están demasiado juntas. Tanto que acabamos hablando con los chicos de la mesa vecina. La luz se apagó en dos o tres ocasiones en una de ellas cantaron el cumpleaños feliz, supongo que el consumo de alcohol durante la cena ayudó a entonar.
Pero lo importante, y por lo que creo que tiene éxito es por la comida. Es un restaurante de Nueva Orleans: cocina europea (yo diría que sobre todo francesa) mezclada con sabores africanos y notas de Jazz.
Cenamos: tomates verdes fritos con salsa remoulade y gambas (muy rico), flan de ajo con tomate asado (riquisisisisisimo), bonito ennegrecido con especias a la plancha fuerte (rico) y de postre tarta de manzana con bourbon (se pasaron con el bourbon).
Mereció la pena y es un lugar recomendable si te gusta disfrutar de la comida por un precio moderado (50-60 €). Eso sí, para ir en vaqueros!


No hay nada como los planes que se hacen con el café de un sábado por la mañana. 





jueves, 1 de octubre de 2015

Excusas Para No Ir Al Cole

Este año hemos empezado el cole fenomenal. ¡Qué alivio! Estaba un poco preocupada y os cuento por qué.
A dos meses de terminar el curso pasado, mi pequeño Alberto (4 años) no quería ir al colegio. Cada mañana se levantaba de mal humor: “Mamá, tengo un ojo mareado. Los besos no lo curan. Ayer cogió frío en el patio y hoy está muy mareado”.

Y cada día inventaba una nueva excusa: “Tengo que construir un castillo y voy a tardar todo el día” o “Me duele un pie”, o  “Valentina no quiere jugar conmigo y si no me quiere no vuelvo al cole”.

Al principio creí que era sólo cansancio y que necesitaba unas vacaciones, pero cuando se resignaba y veía que no le quedaba más remedio que ir, se transformaba en el torbellino de siempre: - “Mami, me ha regañado papá. Voy a estar en mi cuarto todo el día… para pensar”. “No quiero ir al cole… siempre me dan judías verdes para comer”.

“Hoy mejor vuelvo a la cama y duermo hasta mañana!!!”

Un día de mimos o de bajón lo tiene cualquiera, incluso los niños, pero cuando las excusas son diarias esconden un problema,

     - Alberto, ¿por qué no quieres ir al cole?
     - Me duele la tripa. No puedo salir a la calle porque el frío le va mal a mi tripita.

Cuando preguntas a tu hijo casi nunca te contesta de forma directa, mucho menos te dice lo que quieres saber y encima la respuesta nunca llega el mismo día.
Disimulé mi preocupación, me armé de paciencia y me puse a investigar. Hablé con la profe para saber cómo le veía en clase y con las cuidadoras del patio por si tenía problemas en el recreo. Pero nada.

Durante varios días, decidí ir a buscarlo con 10 minutos de antelación para unirme al corrillo de madres que esperan impacientes a sus retoños; ésta es una fuente imprescindible de información. Para mi sorpresa ellas también estaban inquietas. La profe estaba embarazada y a punto de darse de baja (ahora ya es una mamá feliz), y la cuidadora (ayudante) había tenido un pequeño accidente. Ninguna tenía sustituta fija y el cambio continuo de maestras tenía alterado a niños y mamis.
Hablé con Alberto y le pregunté si le preocupaba tantos cambios en clase, al principio no dijo nada, pero al segundo día y por un enfado que no tenía nada que ver estalló.

Volvíamos a casa en el coche, algo no le gustó en la radio y se puso a llorar. A llorar mucho y con un llanto diferente. Nico me miraba nervioso, Alber no contestaba a nada y paré el coche. Todo salió de golpe. “No quiero que vuelvas a cambiarme de cole, no quiero amigos nuevos ni nuevo nadaaaaaa….”
Y con razón lloraba, estuvo en la Escuela Infantil, después por temas burocráticos en un cole inglés y al siguiente curso en el francés, ya el definitivo. Tres lugares e idiomas diferentes en 4 años de vida.
Por supuesto le prometimos que le quedan muchos años en el mismo centro, y entre besos, caricias y atenciones volvió a serenarse.


Ahora está feliz, cuando llegamos al cole, me da un beso, Nico activa un botón imaginario en su espalda y dice: “propulsores activados” y Alberto entra corriendo sin parar y sin mirar atrás. ¡Misión cumplida!