jueves, 27 de febrero de 2014

Dragón o Caballero

Hoy era la fiesta de carnaval de Alberto y tenía que ir disfrazado al cole.

Siempre hemos fabricado disfraces caseros. En Halloween le preguntamos de qué quería ir: - “de monstruo azul con 8 ojos”.

Casi todos sus compañeros iban de vampiro, bruja, zombi… la tendencia la marca la tienda de los chinos. Nosotros nos presentamos con una camiseta del padre con un montón de lanas azules cosidas y 8 ojos repartidos por su cabeza (menos mal que el niño trae 2 de serie).

Tengo que reconocer que rozaba lo ridículo, pero iba feliz y se lo pasó en grande.

Los reyes magos nos trajeron un disfraz de Superman y otro de Thor. Ambos con músculos y capas rojas. Preciosos, increíbles y de talla perfecta. 
No sé por qué di por hecho que lo íbamos a estrenar. Nada más lejos de sus intenciones.

  • Mamá, voy a ser un dragón, quiero asustar a todos mis amigos.
  • ¿dragón? Nononono… sólo queda la capucha del dragón (que confeccionamos para Nico hace dos años), está viejo, vas a ir mucho más guapo de Thor
  • ¡Dragón!
  • ¿Pero no prefieres ser un caballero? Y si quieres te llevas al dragón en la mano.
  • No mamá, ¡un dragón grande!

Hemos estado 3 días intentando convencerle. ¿Para qué? si lo tiene clarísimo y seguro que la semana que viene me pide ir de caballero para jugar en el jardín. Y si no una servidora se quedará con un extraño sentimiento de culpabilidad por no estrenar un regalo de reyes… ¿?...

Esta mañana estaba radiante, gracioso y actuando como un dragón lleno de energía.

En el patio del colegio, al lado de la profesora, había una “niña-avatar”. El friki de su padre se había levantado a las 5:30 de la mañana para tunear a su hija: trenzas, pintura de cara, traje…


Está claro que los únicos que hacemos el ridículo por carnaval somos los padres, imponiendo absurdas ideas y sin escuchar a los niños. 
Pronto empezamos.



jueves, 20 de febrero de 2014

Excursión Por El Campo En Invierno.

Creo que fue la última semana de enero, justo antes de que nevara. Un sábado que amaneció helado y soleado.

Hablamos con unos amigos que también tienen dos chicos ¿es una locura ir al campo en pleno invierno con los niños? Preparamos un picnic y nos fuimos a disfrutar de la sierra oeste de Madrid, esta vez paramos en Zarzalejo, justo al lado del cartel de La Estación sale un camino que cogimos sin dudar y nos sorprendió.

Exprimimos el sol al máximo. Llegamos a las 12 y nos fuimos a las 16:30. Por el paseo, caminamos entre algunas fincas con animales, cabras, ovejas, caballos, burros…, atravesamos una calzada romana y continuamos hasta encontrar el lugar perfecto para un piscolabis.

Los chavales iban entusiasmados, explorando, investigando, corriendo, inventando; como si hubieran estado encerrados durante meses.

A Nicolás le dio por la escalada. Se subió a todo lo que pudo. Incluido el árbol que veis en esta foto. Un árbol seco y muerto. En cuanto llegó arriba me dijo: “mamá mira donde estoy”, justo al tiempo que las ramas crujían y se partían. El mismo segundo que miré fue el mismo en que Nico caía contra las rocas.
Menudo susto. Pero no pasó nada. El papi, con su paciencia infinita, se lo llevó para enseñarle cómo y dónde hay que subirse. Cómo seleccionar un árbol. Cómo subir y sobre todo cómo bajar.

Todos aprendimos mucho. Sobre todo los papis, que nos dimos cuenta que no llevábamos ni una maldita tirita. Y no hizo falta, pero para la próxima excursión incluiremos en la mochila un botiquín básico, que no cuesta nada y da mucha tranquilidad.