viernes, 19 de septiembre de 2014

Despistes En 4D y Extremoduro

Si pasas por el Algarve con niños y dispones de tiempo, no dudes en visitar Zoomarine. Una mezcla de parque de atracciones, acuático y zoo. Recomendado para pasar un día completo y divertido.

Una de sus atracciones era un cine en 4D, con un documental sobre tortugas. ¿Qué es el 4d? Una película en 3 dimensiones (la de las gafas) donde se recrean las condiciones de lo que ves, como lluvia, viento, sol, olores (si, hija, si… hasta olores), etc. 

Entramos cuando estaba a punto de empezar, -“rápido, date prisa”, nos dan unas gafas especiales, -“siéntate donde sea”…
Los niños están un poco asustados y nos apretujamos. Tengo 2 pares de gafas en la mano. El de la puerta iba estresao y no se ha dado cuenta.
La peli no se ve bien. La tortuga es muy mona, aparece un tiburón y todos gritan. Nos mojan varias veces, nos soplan, nos deslumbran, el sillón se mueve, así unas cuantas gamberradas. Esto es ideal para un chaval de 7 años.
Aburrida en mi propia estupidez empiezo a jugar con las gafas. Se me ocurre ponerme los dos pares. –“Oye Fer, que con dos pares se ve mucho mejor, oscuro pero más nítido”. Fer me mira con su gesto de eterna paciencia: “estate quietecita”.
Cuando por fin termina, nos sacan por otra puerta. Un atractivo azafato de dientes perfectos nos espera con una caja para que dejemos las gafas. Le medio sonrío y pestañeo despacito (es tan mono) cuando oigo a Fer gritar: -“¿Pero qué haces? Insensata!!!!.
Doy un respingo, el azafato se ríe abiertamente mientras me devuelve mis gafas de sol: -“não se preocupe senhor, isso acontece muitas vezes”.
No puede ser, he estado en el cine con las gafas de sol puestas, todo el rato! Disfrutamos de las carcajadas.

Los despistes suelen aparecer con la edad, el exceso de estrés y/o el agotamiento emocional. La mayoría los aparcamos como pequeñas anécdotas. Pero a veces hay atender estos sucesos para saber cómo estamos realmente.

A finales de junio tenía entradas para ir al concierto de Extremoduro. Estaba emocionada por volver a ver en directo a mi grupo preferido. Si, reconozco que soy una cuasi-pija con la vena macarra. Cuando estábamos a punto de salir no encontré las entradas. Las busqué a conciencia por toda la casa y no aparecieron. ¿Imagináis la sensación?

No hubo problema. Esa noche, aprovechamos que mi hermana estaba de canguro para irnos de cena por Huertas y fue ella quien las vio enganchadas en la puerta de la nevera. Nos cambiaron las entradas y fuimos al concierto el 12 de septiembre en las Ventas. Una noche inolvidable. No paré de cantar, gritar y saltar porque Robe Iniesta me enloquece.

Y aunque todo salió perfecto me sirvió de lección. No puedo permitir que el estrés, el trajín diario o las preocupaciones me descontrolen de esa manera, así no se disfruta de la vida.

Ahora hago las mismas cosas pero más relajada ¿cómo? Ya os lo contaré en el siguiente post. Besos_

sábado, 6 de septiembre de 2014

Siestas, Río y Recuerdos


Por fin he vuelto. Y con ganas.
El verano me pilló desprevenida y sobre todo las eternas vacaciones de los niños.

He pasado un mes y medio maravilloso y relajado, la mayor parte del tiempo en la playa (Denia y Huelva). Castillos de arena, chiringuitos, acedías y coquinas, paseos con helado, excursiones, acuarelas, medusas, siestas interminables. 
Alberto se despierta y me mira: “mamá ¿ahora es por la mañana o por la tarde?

Pero el mayor descubrimiento de mis retoños este año ha sido el río. Dos veces hemos estado en Cuenca. Y cuatro días completos de río. Júcar y Mariana.
Nicolás se vuelve independiente. Quiere investigar, cazar, explorar, todo lo observa y lo absorbe. Alberto detrás con su eterna cantinela del “yo también”. Ven renacuajos, ranas, cangrejos y hasta gamusinos. Juegan con ramas y troncos caídos, me hacen un retrato con piedras.

Y mientras estoy sentada debajo de un chopo. Hablo con mi hermana. O leo mi novela de estas vacaciones: “Dispara, yo ya estoy muerto” de Julia Navarro. Muy recomendable. Una novela que cuenta la historia de dos familias, una judía y otra árabe. Es cruda, impactante y preciosa. Relata la historia y conflicto de Oriente Próximo sin decantarse por ninguna vertiente.

Nos damos muchos baños, baños rápidos. El agua está muy fría y huele a té verde.
Me invaden los recuerdos de la infancia. Les miro y me veo a mí misma. Parece que en cualquier momento va a aparecer mi abuelo, con su camiseta de tirantes y su cigarro Rex, recogiendo llanten para su pájaro. O aquel pastor que cada vez que me veía se reía y me regalaba tomates o pepinos de la huerta. Fui una nena muy mona, pero tan delgada que todo el mundo quería darme de comer.

Grabo en mi cabeza el sonido de los chopos. Cuando me atrape la rutina madrileña cerraré los ojos y volveré a la serenidad que me produce la naturaleza de Cuenca.

El año que viene repetimos.