Hace unos días escribí un post sobre cómo mimar las manos.
Mi hermana Rosa quiere añadir un truco casero para que “queden como la seda”.
- Lavar las manos con mucho jabón, cuando estén
llenas de espuma coge un puñadito de sal y frota una y otra vez por todas
partes. Aclarar.
La semana
pasada, en uno de esos días de calor tan intensos, saqué mis sandalias del
verano. Mis pies estaban secos, con ese color blanco nuclear que parece que
irradia luz. Ridículos.
Estas cosas
nos pasan a muchas mamis, por falta de tiempo sigues la política de “si no se
ve puede esperar”. Y luego pasa lo que pasa.
Descarto la
moda alemana de llevar calcetines con sandalias. Me sorprendo a mi misma
imaginando los pies de la Merkel. Mejor me doy una buena mano de crema, aunque
soy consciente que su efecto hidratante va a durar lo que salgo a la calle.
Me despierto
con la mente acorchada. Mi pie tantea el suelo en busca de una zapatilla… y ahí
están, como si fueran una aparición: los pies de la Merkel.
Cojo la sal
y me meto en la ducha murmurando una retahíla de blasfemias. Esto se va a acabar.
Me enjabono ambos pies procurando no perder el equilibrio y me froto con la
sal. Me gusta. Es relajante y da un cosquilleo muy agradable.
Decido
seguir subiendo por las piernas y como me sobra sal sigo hasta las orejas.
Acabo como un muñeco de nieve rebozado y después del aclarado muy suave y “resalá”.
De veras,
tenéis que probarlo es un exfoliante fantástico.
Adiós Ángela.
Ja, ja... Miedo me da contarte lo de la mascarilla de miel recién sacada del congelador .
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