Nicolás y Alberto se acuestan a las 20:30 h. Si te da
envidia sigue leyendo.
Hay bebés que duermen como marmotas desde que nacen, no fue
nuestro caso.
Cuando nació Nicolás leímos dos libros que recomiendo:
- Duérmete, niño de Eduard Estivill que dice que
hay que enseñar a dormir y explica un proceso de disciplina cronometrada.
- Bésame mucho de Carlos González (de veras, no os
perdáis este libro), habla de educar con amor, con muchos besos y abrazos.
También habla del sueño y dice que no es una conducta aprendida.
Son puntos de vista muy diferentes pero lo interesante está
en leerlo todo y adaptarlo a tu día a día, a tu realidad. No todos los bebés
son iguales por lo tanto no hay una regla ideal general.
De entrada nosotros somos más del estilo de Carlos González.
Rechazamos de forma radical y racional los métodos de Estivill. Pero los
primeros 6 meses de Nicolás fueron agotadores. Por las noches o se quedaba en
su hamaca en el salón con nosotros, o nos turnábamos para pasearle en brazos,
pasillo arriba, pasillo abajo, al ritmo de “había una vez un barquito
chiquitito” hasta pasadas las 23 h… un desastre.
Cuando estás tan cansado no disfrutas de tu bebé como
deberías.
Decidimos probar la técnica Estivill pero a mi manera. Le
explicaba que había que dormir en la cama con mucha dulzura, cantaba un par de
canciones y me iba. Acto seguido mi churumbel se ponía a llorar, gritar y decir
“mamaaaaa” en el tono lastimero más melodramático del mundo. Pasado un rato entraba
en su cuarto, le calmaba y sí, a veces le cogía aúpa y me lo comía a besos… y
vuelta a empezar: “Nicolás tienes que dormir en tu camita”.
Ellos tienen que intentar salirse con la suya y tú tienes
que poner unos límites.
El primer día tardé un montón en ganar. No compensaba. El
segundo día tuvimos 3 combates cortos pero el tercer y cuarto día entendió que
llorar no servía y se durmió. En menos de una semana conseguí acostarle (con
canciones, besos y mil mimos), dejarle despierto en su camita y que se durmiera
tranquilamente.
Pero se acabó la guardería y empezó el colegio. En noviembre
nos citó su profesora. Nicolás se dormía en la comida hasta meter la cara en el
plato. Toda orgullosa le dije que mi niño dormía y que a las 21:30 ya estaba en
su cama.
Nunca olvidaré la expresión de la profe. Como si acabara de
morder un limón, los ojos como platos y sus palabras contenidas. Parece ser que
cuando entran en el cole de mayores sufren un cambio muy grande con ¿estrés? y eso
les agota. Que le acostara a las 20 h.
Acepté las 20:30 h y fue fácil, cada día le adelantaba 10
minutillos su desfile al catre y no notó nada.
Hoy mis nenes de 4 y medio y 2 y medio (si no añado lo del “medio“
Nicolás se enfadará muchísimo) empiezan su ritual pasadas las 20. Se lavan los
dientes, leemos un par de libros y a dormir.
Alberto, mucho más rebelde, intenta torearme un poco cada
noche. Le dejo que me pida un máximo de 3 deseos: leche, pis, tápame, un beso,
un muñeco… a elegir… pero si se pasa le dejo gruñendo un rato. Ya se encarga su
hermano de poner orden.
Y seamos sinceras: para los nenes esto es ideal pero para
los padres es fundamental. Tener todos los días un rato para cenar, hablar,
disfrutar de tu pareja, del tiempo y del silencio. No tiene precio.
Como testigo del ritual diré que es cierto todo lo que cuenta Pilar y fundamental creo yo para vivir una vida en pareja con niños pequeños a los que atender, querer, educar,... Mi más sincera admiración! Besosss
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