miércoles, 5 de junio de 2013

Perdemos a Alberto en el Parque del Retiro

El domingo fuimos de paseo al Retiro con unos amigos. Estuvimos en los jardines de Cecilio Rodríguez admirando los pavos reales. Después caminamos hasta los columpios, en una zona que parecía un poco más tranquila. Los niños empezaron a jugar a tirarse encima de su padre que estaba sentado en el césped. Se turnaban para treparle por la espalda.
Pensé que era una broma, cuando me pregunta Fernando ¿dónde está Alberto?
- Cielo, jugando con tu espalda.
- Ya, si es su turno pero no le veo.

No es la primera vez que Alberto sale corriendo en dirección contraria. Pero si es la primera vez que lo hace en un lugar lleno de setos, recovecos y mil direcciones distintas para escapar.

Nos levantamos al instante, no podía estar lejos pero este chico es muy rápido y no tiene miedo. Decidimos separarnos, los minutos pasaban y Alberto no aparecía. Sentía mi cuerpo cada vez más tenso. Caminé unos metros para ver detrás de una caseta y vi uno de esos paseos interminables del Retiro, lleno de gente, puestos, títeres, etc…

Angustia. Me paré en un kiosko de chucherías para preguntar si había algún lugar de niños perdidos. La mujer me miró muy seria: - Chica, llama al 092. Ya.

Y en ese momento empecé a llorar. Llamé al 092 sin parar de llorar. Apareció un coche policía, al que le di mi teléfono y descripción: niño de dos años y medio, me llega por la mitad de la pierna, castaño claro, ojos marrones, muy listo, con vaqueros y camiseta azul, sabe su nombre y dos apellidos… (horror, la descripción era la de cualquier niño), se acercaron los patinadores y algunas personas, unos ya estaban buscando al pequeño, otros se ofrecían voluntarios.

Seguía llorando pero lo veía muy claro: las desventajas se convierten en ventajas, es imposible encontrar a un niño entre mil personas pero es más probable encontrarle si le buscan la mayoría.
Busqué. Buscamos. De vez en cuando se cruzaba en mi mente el recuerdo de alguna noticia terrible del telediario que apartaba a patadas de mi cabeza para centrarme en mi único deseo y obligación.

Pasaron más de 30 minutos, una falsa alarma y muchos nervios pero al final sonó el móvil. Una pareja que podrían ser los abuelos de Alberto se dieron cuenta de que iba paseando solo. Recorrió cerca de 300 metros. Le dieron conversación hasta que le encontró la hermana de una amiga. La pareja no quiso separarse de mi niño hasta conocerme (no les valió conocer sólo al padre, teníamos que estar los dos!!!) y me contaron toda su aventura.

El encuentro fue muy emotivo, qué os voy a contar. Yo me relajé al momento, paré la búsqueda y di gracias a todo lo que se movía. A algunas patinadoras se les saltaba las lágrimas al ver al mini fugitivo y Fer, que hasta el momento había mantenido la calma, tardó un día y medio en asimilar y superar lo sucedido. Nunca le había visto beberse un vaso lleno de whisky de un trago.

Alberto parecía encantado con su aventura. Nos preocupó verle tan tranquilo. Hasta que llegó la noche. En su cama lloró y me abrazó fuerte. Espero que esto nos sirva de lección a todos.


Desde aquí quiero agradecer (infinito) toda la ayuda y apoyo: al 092, a la patrulla del Retiro, a los patinadores, a los que fueron a pasear tranquilamente y vieron alterada su tarde, a nuestros amigos y a mi Nicolás, que a pesar del susto se comportó como un hombrecito.


4 comentarios:

  1. Lo importante es la moraleja: si te pasa algo parecido, cuéntaselo a todas las madres/padres del parque y entonces en pocos minutos tendrás el más potente equipo de búsqueda.

    Fdo. El padre que se bloqueó y no puso sobre aviso a las madres del parque.

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  2. Dios se me cae la lágrima, mi hijo el 17 hace 2 años y medio, la edad es a lo mejor lo mismo pero me habéis dejado temblando. Besos

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    1. Parece ser que se pierden 3-4 niños cada día (del fin de semana, supongo)y los encuentran siempre. Feliz cumple-mes para tu pequeño y no dejéis de ir al Retiro por esta experiencia porque está maravilloso. besos

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