martes, 7 de mayo de 2013

El Bosque Encantado


En el puente de mayo fuimos de excursión a El Bosque Encantado. Una mezcla de jardín botánico y parque temático al lado de San Martín de Valdeiglesias.

Si tienes hijos de entre 2 y 12 años la visita es muy recomendable. Está lejos, a una hora y pico del centro pero el paisaje merece la pena.

Es importante sacar las entradas por internet. Casi siempre y para todo saco las entradas por la red, pero ese día tenían la web bloqueada o inactiva o yo que sé. Reconozco que me he vuelto muy cómoda y me costó esperar media hora de cola para entrar.

Una vez dentro te olvidas de todo. Tienes por delante unas 2 - 3 horas de paseo entre más de 300 esculturas vegetales ordenadas por temas: prehistoria, arte, fantasía, inventos, animales,  etc., zona de bonsáis, cactus, plantas aromáticas, arroyos y mini cascadas. Un jardín con mucho encanto, por el mimo que se le da al arte y por su ubicación en plena Sierra Oeste de Madrid. Además:

- Hay zona de merenderos para que lleves tu comida. También puedes ir a comer al pueblo y   volver a entrar después.

- Se puede llevar sillas de bebé. Hay pocas escaleras y fáciles.

- En teoría no se pueden llevar bebidas (tampoco te cachean en la entrada), pero 1 botella de agua cuesta 1 € así que tampoco merece la pena ir muy cargado.

- Aseos, tienda, zona infantil con columpios y un par de chiringuitos… tipo parque temático.


Nicolás se empeñó en que le hiciera una foto con cada escultura. Tuve suerte y en la foto 137 se terminó la pila de la cámara. Pero por encima de todo/s hubo un protagonista indiscutible para los más pequeños: El Laberinto.


Un laberinto de cuento; extendido en unos 500 metros y con 2,5 metros de altura. La locura de cualquier nene. Todos corrían como locos. Todos conseguían deshacerse de sus progenitores y huir. Perdidos y emocionados. Como si les hubieran dado unas instrucciones en la entrada: “corre y si ves a tu padre, grita y vuelve a correr en dirección contraria”… decenas de niños haciendo lo mismo. Y los padres alrededor del gigantesco seto, esperando pacientes, con ese puntito de preocupación de cuando les pierdes de vista en zona desconocida.



A la vuelta, antes de dormirse en el coche, mis nenes gritaban al unísono: “nos lo hemos pasado pipa, pipaaaaaa”. Así que volveremos.

Para más información: http://www.bosqueencantado.net/


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