Los
hijos te cambian la vida, sin embargo hay pocas cosas que eche de menos. ¿Qué
es lo que más añoro? 1.- desearía dormir los fines de semana hasta media mañana
y despertarme sin prisa, sin tener nada que hacer; y 2.- aquellos viajes con mi
Fernando que duraban casi un mes y recorríamos paisajes y aventuras.
Ahora
que hemos dejado atrás pañales y carritos, quiero compartir con mis hijos las
ganar de conocer mundo, de querer saber y verlo todo, la inquietud del ir y
venir.
Ya
sé que son muy pequeños, 7 y casi 5 años, pero creo que es el momento de
empezar con pequeñas excursiones de 1 día o de un fin de semana. Hablamos de
turismo puro y duro, no sólo salidas ociosas pensadas para niños al 100%.
A
la vuelta de las vacaciones surgió la primera oportunidad: Ávila. Al
principio deseché la idea, o quizá la
desechó mi subconsciente, con esa facilidad que tiene de viajar al pasado y
pedirme que no repita ciertas situaciones. Estuve allí 1 día de ejercicios
espirituales cuando estaba en el colegio de las monjas (que sí… que fue en el
siglo pasado!!!). Sólo recuerdo el jardín del convento, la inmensa muralla y
decenas de novicias de ojos brillantes que contagiaban su felicidad. No volví.
Después,
mi curiosidad quiso navegar por la web del ayuntamiento y me di cuenta que
tenía mucho por descubrir. Cada primer fin de semana de Septiembre, Ávila
vuelve a la época Medieval, todo el mundo se disfraza, incluso la ciudad.
Tardamos
1 hora y 20 minutos. La entrada por la puerta principal de la muralla es
espectacular, me impresionó tanto como el Acueducto de Segovia. Acompañados por
una multitud de caballeros y doncellas, monjes, titiriteros, juglares y
esclavos entramos directos a perdernos entre sus calles, todas repletas de
puestos y haimas que ofrecían chucherías, baratijas y comida de todo tipo y de
todas partes. Pudimos conocer y tocar un águila, compramos queso y embutido (de
Cáceres) y un colgante de madera recién tallado por un egipcio que sólo
trabajaba con los pies,…
Descubrí
que, aunque Santa Teresa fue muy importante para esta tierra, Ávila es mucho
más. Y que tenemos que volver para ver más despacio los palacios, la catedral,
la Casa de los Deanes, la Iglesia de Santo Tomé el viejo (hoy museo), monasterios,
y mucho más.
Aviso
que no es un plan para niños de menos de 5 años, casi no hay actividades para
ellos y hay muchísimas personas, pero nos sirvió para realizar una actividad
nueva: pasar un día entero conociendo otra ciudad. Les gustó mucho la
experiencia, lo pasaron en grande mirando y caminando y se portaron muy bien.
Fue
uno de esos días en los que te das cuenta que tus chicos se están haciendo muy pero
que muy mayores. Más ricossss.
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