jueves, 12 de diciembre de 2013

Lunes Gris Y Dos Globos Verdes

Después de un puente maravilloso apareció un lunes gris. Un día que me aplastó con la cruda realidad e hizo que las preocupaciones escocieran. Mi madre me dice que les estoy echando muchos cojones, pero ya sé que el esfuerzo y el trabajo no son garantías para conseguir el resultado deseado. No hay alternativas, hay que seguir adelante.

Voy a buscar a Alberto al cole. Nada más verme me abraza y me dice que me ha echado de menos. Me llena de ternura y tristeza. Me lo como a besos.

En el cole de Nicolás, mientras veo como mis nenes corren y juegan  por el patio, me doy cuenta de que tengo un nudo en la boca del estómago que duele. Me cuesta sonreír y tengo frío.

En casa me pongo a ordenar todo lo que pillo por el medio para intentar olvidarme de los nervios. Mis niños me miran expectantes y precavidos, como esperando una gran tormenta.

El sábado pasado celebramos el cumple de Alberto y he dejado las guirnaldas, cartel de Feliz Cumpleaños y varios globos verdes durante unos días más.
Nicolás coge un globo verde y me mira: ¿jugamos?

Comenzamos una partida de tenis salvaje a tres bandas y con dos globos, seguimos con Kunfu Panda (nuestra versión subrealista del yudo) y terminamos con una guerra de cosquillas. Nos hartamos a reír.
El resto de nuestro días: baño, cena y cuento de la noche se suceden tranquilos y con muchos mimos. [a veces creo que son ellos los que me miman a mi]

No sé por qué los mayores dejamos de jugar.
Las preocupaciones son parte de la vida, los problemas están para resolverlos o darles carpetazo; y sin embargo nos ahogamos en ellos y permitimos que contagien todo (y a todos) lo que nos rodea.

¿Y si no hubiera jugado? Hubiera seguido tensa e inquieta. Me hubiera molestado por cualquier cosa y habríamos terminado con enfados y llantos. Ya conocéis esa sensación, esa certeza de que todo te crispa y a la vez te hace sentir culpable.

Pero no. Hoy he jugado con un globo verde y me ha cambiado el estado de ánimo en segundos. He apartado mi nube gris y he disfrutado de esos momentos que sólo se viven con los niños.
Y mañana seguiré adelante, pero con energías renovadas.

(Gracias Nicolás por invitarme a jugar)

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